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La Espiga y la esencia que lo hace diferente

Terminó el primer día de competencia y probablemente todos los equipos que estaban clasificados a la Copa de Oro –o su gran mayoría- se acostaron a descansar bien temprano, se alimentaron bien y empezaron a preparar el duelo de cuartos de final y también a mirar de reojo al resto del cuadro.

Sabemos que para La Espiga no iba a ser el caso. Pidieron permiso para hacer un asadito en Los Silos y arrancaron con el fuego cuando Mariano Moreno y San Martín jugaron el partido extra de desempate para ver quien clasificaba a la copa mayor. Terminado el juego, los muchachos se pusieron a patear penales y tiros libres en la cancha 2 y ya pasada la una de la mañana se dividieron en dos grupos y empezaron a jugar al “pecho y gambeta”, algo así como el famoso “arco a arco”. ¿A qué vamos con toda esta historia? A que el equipo no necesita esa dosis de profesionalismo y estructuración para después imponerse en la cancha.

Culminó el asado y como había solo un auto no querían “dejarse a pata” entre compañeros y decidieron irse caminando hasta el hospedaje, en la otra punta de la ciudad. Finalmente lo resolvieron distinto pero en su idea lo mejor era ir tranquilos todos acompañados así tardasen más de una hora. Lo importante era ir a la par y disfrutando el trayecto para seguir sumando anécdotas. Hasta aquí, no hablamos nada del juego… De a poco, fuimos comprendiendo la esencia de este elenco que parecía difícil de entender en los comienzos pero que pasados tres años ya la terminamos incorporando al combo del mejor equipo de todos.

Ellos no necesitan irse a dormir temprano. No necesitan entrar en calor, analizar rivales ni ser muy metódicos. Siempre nos preguntamos qué sería de La Espiga si tomara ese tinte profesional y de estar en todos los detalles. Del otro lado, siempre recibimos la misma respuesta: “No sería La Espiga”.

Tandil le volvió a sonreir a La Espiga.

Llegaba el Nacional 2020 y sin Jonathan Soplan y casi sin “Chimi” González, que terminó viajando con lo justo, parecía que a los de Glew podría complicársele el torneo dado que el sorteo también lo decantó en la ronda con varios otros cabezas de serie muy fuertes, como quien fue el único en superarlo en el tiempo reglamentario, Terasaki de Rivera, Uruguay. Pero a la hora de la acción… estos animales siempre responden. Ganaron su tercer Nacional con una soltura increíble, apabullando rivales y con el resto que le quedaba como en sus primeros torneos en Copa Nacional de Campeones.

Porque al principio ganaban caminando el torneo pero a partir del año pasado se le empezó a dificultar un poco más. Cayeron por penales en la final con MB Eventos, perdieron en cuartos de final del Regional de Mercedes con suplentes y recién recuperaron la cima en el Regional de Lobos que los decantó en un Provincial de Mar del Plata donde también fueron campeones clasificando al Nacional de Tandil y Montevideo.

En Uruguay tenían una prueba de fuego. El rigor de los rivales, pudiendo ir al piso y sin acumulación de foules, el terreno irregular del campo y algunas otras circunstancias daban cuenta de que sería un torneo muy difícil para La Espiga. Así y todo, estos tipos, siendo el único representante argentino, se metieron en la final del torneo. Creannos que no era nada fácil llegar a tal circunstancia y por momentos con algún hombre de más y por otros con alguno de menos, los de Héctor Catán volvieron a ser grandes protagonistas. Todo Montevideo quedó sorprendido con su juego y por cómo con su arquero expulsado y la figura del “Chimi” González en los penales eliminaron a Juventud en semifinales.

En su partido 33 en Copa Nacional recién perdieron un duelo en el tiempo de juego. Fue 1-2 con Terasaki de Rivera en un partido que estaba para cualquiera de los dos pero que 5 minutos de descuidos hicieron que el título quede en el país vecino.

Con la oportunidad de volver a enfrentar a alguno de su anterior verdugo, ya sea MB Eventos –que finalmente fue a otra ronda- o Terasaki, La Espiga se jugaba otra fichita y la chance de recuperar la corona del Nacional argentino.

La fase de grupos arrancó con un duelo complicado que terminó resolviendo con un doblete el “Pity” Villan, ni bien ingresado. ¿De dónde salió el “Pity” dirán? Trabaja en la panadería de Catán y solo completó la lista de buena fe en dos torneos: Lobos y Tandil, en ambos siendo campeón. Terrible…

Tras el 6-3 sobre Deportivo Branca de Olavarría (ver) –futuro campeón de Bronce-, el 6-1 sobre Los 14 de Saladillo los dejó como el mejor primero de las zonas. Si La Espiga quería enfrentar a Terasaki primero debía dar una revancha a otro equipo. El año pasado había debutado en el Nacional con goleada 8-0 sobre Asociación Española de Alvear que esta vez vino más armado y, según su arquero, estaban con toda la fe de enfrentarlos nuevamente. 5-0 fue el resultado para los de Zona Sur del Gran Buenos Aires y a esperar partidazo de semis vs Terasaki (campeón Nacional Montevideo) o Súper Skunk de Ituzaingó (el campeón de la otra ronda en el Provincial de Mar del Plata).

Una vez terminado el torneo, el propio Catán admitió que estaba esperando jugar con Terasaki, duelo que no se dio por el tremendo triunfo en los penales de Súper Skunk, tras inolvidable partidazo 3-3.

“Teníamos algo pendiente que no se dio. Era el partido que esperaba, quería ver en este campo qué pasaba. Fuimos a un lugar totalmente distinto y estuvimos en desventaja. Pensé que hoy era el día. Habíamos hablado con los jugadores de que ojalá se diera en algún momento para ver qué había pasado, si es que son muy superiores o que nosotros habíamos bajado el nivel”. Ese fue el primer resumen de torneo –luego de agradecer el trato en Tandil- que lanzó el “Yin” Catán una vez terminado el Nacional. El tipo con la copa de tricampeón Nacional y siempre queriendo más. Parecía incluso desilusionado con el hecho de que el torneo no llegó a cruzarlo con el único equipo que lo venció. De eso se trata también, ¿o se piensan que es casualidad que un equipo con 88 títulos siga siempre con ganas de seguir compitiendo? Dentro del amateurismo, personas fuera de lo común que elevan una y otra vez este tipo de competencias.

La semifinal sin ser con Terasaki era un tremendo plato fuerte de todas maneras. Siempre que se hace el formato de las dos rondas nos quedamos con ganas de cruzar a los dos campeones de Oro para medir niveles (¿habrá ida y vuelta Mercedes-Glew con los campeones Nacionales?). El Nacional nos dio la chance de cruzar a los dos campeones del Provincial de Mar del Plata, Skunk y La Espiga.

Los de Glew vencieron a Skunk en duelo de campeones Provinciales.

Los de Ituzaingó tenían el partido que tanto estaban esperando y lo querían usar para saber en dónde estaban parados. La realidad, es que esta final anticipada tuvo como amo y señor del juego a La Espiga en los 40 minutos de juego. Si había uno o dos equipos que podían hacerle frente a los de Glew y soñar con eliminarlos créannos que Súper Skunk era uno de ellos. Pero los de Catán no dejan dudas. Cuando tienen que aparecer, lo hacen con una soltura y facilidad que no dejan de sorprendernos. El primer tiempo terminó 0-0 con el dominio territorial de La Espiga y en el segundo a los 7 minutos se abrió el marcador y el pie en el acelerador decretó una goleada por 4-0 (ver) con un triplete de Michel Mercado que también metió un caño soñado que llegamos a captar.

Con una diferencia que sorprendió, La Espiga se sacó de encima un rival duro con total naturalidad y un gran partido colectivo con el “Pelu” Cuellar y Lucas Imori como estandartes por los costados. Ese quizás es el gran logro que consiguió este equipo. Del Nacional pasado a este sostuvo a los pilares de “Chimi” González, Seba Bella y Matías Sánchez y durante el año fue fogueando a nuevos jugadores jóvenes que encabezan un recambio ideal. El “Japo” Imori será muy importante de ahora en más, Cuellar te suma donde lo pongas, Mercado es un jugador distinto sin lugar a dudas y la camada aún menor de edad, Lautaro Barreto –autor de un golazo en la final de Uruguay- y Joaquín López tarde o temprano terminarán por romperla a medida que sigan sumando experiencia. “Este título también es de Diego Córdoba, Joni Soplán, Héctor y Pablo Catán”, (cuatro referentes que no pudieron viajar) agregó también el “Yin” en la transmisión por streaming.

La final con Casa Pamqui de Santa Rosa, La Pampa, se fue al entretiempo igualada pero con esa sensación de siempre de que cuando La Espiga acelere el trámite iba a ser el posible campeón. En unos pocos segundos, Juárez y Mercado anotaron en el segundo tiempo y establecieron dos goles de diferencia de entrada. Imori llegó al doblete en un gran torneo y Mercado decretó el 5-2 de penal en la última jugada luego de que Rodrigo Giunchi descuente y se asegure ser el goleador del campeonato con 10 tantos, uno más que el propio Michel.

Pensar que en la previa del Nacional 2018 La Espiga llegaba con 57 títulos y ya tiene 88. ¿Se imaginaba Catán algo así cuando presentó el primer equipo hace casi 10 años? “Mi hijo me había dicho que era la locura de un loco que se le dio por armar La Espiga. Esta locura sigue viva y con ganas de conseguir más títulos” cerró el reportaje el elegido mejor entrenador de la temporada.

Tras el subcampeonato en 2019, La Espiga llegó a ganar su tercer Nacional y su quinto título en Copa Nacional de Campeones. Jugó 38 partidos en la movida, ganó 32, empató 5 (ganando una definición por penales y perdiendo dos) y perdió solo con Terasaki en la final del Nacional Uruguayo. Anotó 187 goles, recibió 69 y tiene al mejor jugador de la movida reconocido con un balón de Oro.

Desde su fútbol, parece invencible. Maneja los tiempos del juego siempre y juega con una armonía impresionante. Rota sus jugadores y parece que en la medida que ellos quieran van a lograr todo lo que se les siga cruzando en su camino. Con esa esencia particular que hablábamos al comienzo de la nota, de ser sencillos, acompañarse en todas y viajar con humildad en cada paso que dan, son el mejor equipo que hemos cruzado en Copa Nacional de Campeones.

Ya son tres las chapas de La Espiga de Glew impregnadas en el copón gigante. 8 torneos, 7 finales, 5 títulos. La Espiga sigue cosechando…

EL “CHIMI” GONZÁLEZ FUE ELEGIDO BALÓN DE ORO 2019

Siempre decimos que con este tipo de reconocimientos queremos dar algo simbólico y que a veces los Equipos Ideales, por dar un ejemplo, no son para que nadie se tome estas cuestiones muy a pecho. En este caso, la premiación al mejor de la temporada, que tranquilamente podría haber sido al mejor de todos los Nacionales, no nos dio ni lugar a discusión.

El primer Balón de Oro de CNC fue para Jonathan González.

Porque a donde vamos y hay equipos nuevos además de quedarse a ver a La Espiga todos nos nombran a su zaguero central. En Uruguay quizás, con sus piernas llenas de polvo y saltando a cabecear en un lateral ofensivo y volviendo a realizar una cobertura en la contra, se dio el punto cúlmine. Las delegaciones argentinas de fútbol 11 y femenina quedaron enamoradas del “Chimi” González.

Con mucha tarea más defensiva que en otros torneos de modalidades que te permiten subir y bajar con más facilidad, también se destacó en el Nacional de Tandil. Fue el capitán del campeón con la ausencia de Soplán y la bandera de La Espiga. Anotó tres goles y también se dio el lujo de animarse a revelar más su identidad. Entra en confianza y se le nota la chapa de buena gente. Nos contaba el domingo que tranquilamente podían perder el lunes pero lo dio todo para que así no sea. Y volvió a llevarse su quinta copa de Oro en la movida.

Es firme, habilidoso, potente y completo: la roca fundamental desde la que arranca su equipo.

Siempre callado, porqué él se manifiesta con una pelota y un par de botines, es lo mejor que hemos visto en Copa Nacional de Campeones. Quizás nos queda la espina de volver a ver en acción a Eric Aparicio después de lo que jugó en el Nacional 2017 pero al momento es un grato recuerdo lejano de un crack que hoy está comprometido con San Telmo y que le deseamos siempre lo mejor, a sabiendas de que tarde o temprano volverá a jugar un Nacional.

Parte de los lujos que se da este tipo de torneos es conocer esta clase de jugadores. Que siempre prefirió seguir el camino del amateurismo y que hace que en un fútbol 5, 6, 7 u 8 veamos el potrero puro de nuestro talento argentino. Porque si hay algo que destaca a los argentinos es esta cultura futbolera que nos hará ir de un lado a otro reconociendo a los grandes jugadores. El “Chimi” González es uno de ellos.

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